Grisel Blanco 

La inspiración de mi obra, el proceso creativo y la materia que la forma, surgen de mi conexión  con el barro desde hace algunos años, y mi reciente filosofía de vida profesada a partir de mis  vivencias y reflexiones un poco antes y durante el confinamiento. 
El confinamiento exaltó la desigualdad en el mundo, el colapso al que vamos marchando juntos,  un sistema mundo y modos de vida que van hacia la muerte, una muerte del tejido social, de la  madre naturaleza, del sentido de lo humano

Mis cuestionamientos son:  ¿Quién puede confinar sin preocuparse por sufrir hambre? ¿Quién tiene un techo  para resguardarse? ¿Quién podrá tener una vacuna? ¿Quién puede irse de vacaciones en plena  pandemia porque no importa si se infecta, tendrá lo necesario para curarse, y no le importan los  demás? ¿Quiénes son esos cuerpos cansados de la maquila, de la construcción, del campo, de  la fábrica, que con un cuerpo ya desgastado no sobrevivirán? ¿A quién le importan estos cuerpos? 
Dentro de estas urgencias y cuestionamientos  que surgen de la reflexión , entiendo al arte como un espacio de libertad donde nada debe ser callado y todo  puede ser dicho, un espacio político que llega a lo subjetivo y desde ahí tiene la oportunidad de  liberar, dar voz, estimular a la creatividad como recurso inagotable desde donde nuevos futuros  puedan ser pensados y propuestos, donde podemos reconstruirnos para luego reconstruir el  mundo. 

Mujer Barro 

Mi elemento es el barro natural, como una analogía de mí misma y de la forma en la que  entiendo la vida “La tierra nos dio la vida, nos alimenta, nos moldeamos en ella entre  experiencias y sensaciones, un día volveremos a ella como todos los seres que la habitamos;  el barro es tierra que se moldea y luego existe con un significado parte y producto de una  experiencia y sensación, en un mismo ciclo de vida”. 

Soy mujer barro, mujer río, mujer flor, mujer animal, mujer cambiante, moldeable, imperfecta,  sabia y fértil como la tierra que me parió, ella es mi madre.